Sin embargo, y a pesar de esta trayectoria de dos décadas, «aún no se ha reconocido la categoría ni la plaza específica como tal, ya que seguimos siendo enfermeras de familia que desempeñamos estas funciones», señala Adoración Muñoz. Por este motivo el Colegio de Enfermería cordobés defiende la necesidad de consolidar en la estructura del sistema sanitario público esta figura, al igual que las del resto de práctica avanzada.
Una consolidación necesaria tras demostrarse que esta figura disminuye la presión asistencial en diferentes niveles y servicios sanitarios, y para la que el Colegio se ha comprometido recientemente con la delegada territorial de Salud y Consumo en Córdoba a ser referente en formación y apostar por la sostenibilidad del sistema. Máxime en un futuro en el que se prevé un incremento de las patologías crónicas y un envejecimiento poblacional.
No en vano, el impacto de salud de esta figura ha sido puesto de manifiesto en diversos estudios e informes, en los que por ejemplo, a la hora de analizar la intervención de las enfermeras gestoras de casos en Andalucía, se señala que «mejora la autonomía de las personas inmovilizadas, disminuye la sobrecarga de las personas cuidadoras, mejora el manejo del plan terapéutico y activa el uso de servicios de trabajo social y fisioterapia», como en el trabajo sobre ‘Enfermería de Práctica Avanzada y gestión de casos: elementos imprescindibles en el nuevo modelo de atención a la cronicidad compleja en España’ (2018), de varios autores de otros tantos servicios de Salud de España, incluida una integrante de la Estrategia de Cuidados de Andalucía del Servicio Andaluz de Salud (SAS).
En este artículo también se apunta, entre otras cuestiones, que en Espana se ha evaluado el impacto de las intervenciones enfermeras en la atención a la cronicidad, concluyendo que las intervenciones realizadas por las enfermeras gestoras de casos «resultaron más efectivas y eficientes en el abordaje de las personas con enfermedad crónica compleja, que las llevadas a cabo siguiendo el método tradicional».
Reconocimiento de la Fundación Economía y Salud
Tras cumplirse recientemente este 20º Aniversario, este mismo mes Andalucía ha recibido el reconocimiento de la Fundación Economía y Salud a las buenas prácticas por los “avances en vigilancia epidemiológica, medidas preventivas y asistencia sanitaria en centros residenciales y centros escolares en Andalucía durante la pandemia COVID19”, como informó la propia Consejería andaluza de Salud y Consumo, reconocimiento en el que ha tenido una importancia vital el papel de la Enfermería, y más en concreto «las enfermeras gestoras de casos en las residencias, junto con los equipos de Atención Primaria, que realizaron el seguimiento sanitario proactivo (telefónico y/o presencial) a 1.107 centros sociosanitarios de diferentes tipologías (fundamentalmente de personas mayores y con discapacidad)», indicó la Consejería.
No en vano, las enfermeras gestoras de casos realizan una labor vital entre la población diana en la que se centra su trabajo, compuesta por pacientes con condiciones crónicas y personas que se encuentran en la etapa final de la vida, con necesidades de cuidados complejos, que requieren intervenciones de alta intensidad, de diferentes tipos de profesionales, y en entornos diversos. Las personas que cuidan de estos pacientes y familiares de su entorno son también sujetos de intervenciones de la gestión de casos.
Evolución
Durante sus 20 años de existencia, la evolución de la gestión de casos en Córdoba y Andalucía ha avanzado en consonancia con varios factores, como la propia evolución y características de la población diana, las políticas institucionales y el desarrollo competencial de estas profesionales, que con el tiempo y el empoderamiento profesional se han ido configurando, al igual que en el resto de países de nuestro entorno, con un rol de enfermería de práctica avanzada, que permite ejercer el liderazgo clínico en un espacio en el que pueden tomar decisiones con mayor autonomía que en los escenarios convencionales, y desarrollar competencias especializadas que proceden de su ámbito de conocimiento, como refleja la Guía de reorientación de las prácticas profesionales de la Gestión de Casos en el Servicio Andaluz de Salud (SAS) de 2017, aún vigente en el marco de la Estrategia de Cuidados de Andalucía.
Otra imagen de las actuales enfermeras gestoras de casos del Distrito Córdoba, frente a la placa de la calle en recuerdo de la enfermera cordobesa fallecida por COVID-19, Nanda Casado, que también fue gestora de casos.
Sin embargo, y como ya reconocía esta guía hace un lustro, «a pesar de estas medidas el desarrollo del rol de las enfermeras gestoras de casos ha dependido más de las características de los profesionales y del apoyo de su entorno de trabajo, que de decisiones institucionales. Esto ha dado lugar a una gran variedad de orientaciones y ejercicios profesionales: desde aquellos que asumen como propia la ‘abogacía’ del paciente en su tránsito por el sistema y son capaces de aglutinar las voluntades del equipo profesional implicado, en un plan de gestión del caso personalizado, hasta aquellos otros que creen que el propósito fundamental de su trabajo es facilitar un determinado recurso».
¿En qué consiste esta labor?
En el SAS la gestión de casos es una modalidad de atención dirigida a personas con elevada complejidad clínica y necesidad de cuidados de alta intensidad, cuyo objetivo es asegurar que reciben los servicios adecuados a su situación, de manera integrada, a través de un plan de gestión del caso personalizado acordado con ellas y con las personas de su red de apoyo, en el que colabora el conjunto de profesionales implicado en la atención. El elemento central de la gestión de casos es el trabajo interdisciplinar y en equipo, centrado en la persona, con una perspectiva de atención biopsicosocial, que pone énfasis en su bienestar y calidad de vida, utiliza la toma de decisiones compartida entre profesionales y pacientes, y fomenta la auto responsabilidad, la autonomía y el autocuidado como pilares para la autogestión de la propia salud y mantenimiento en la comunidad, así como el acompañamiento en la fase final de la vida.
En esta línea, la gestión de casos pone el acento en garantizar la continuidad de la atención en las transiciones entre profesionales, intervenciones, niveles asistenciales y sectores implicados; y tiene entre sus objetivos la mejora en la accesibilidad a los servicios, en especial de los grupos de población más vulnerables, y la gestión de la continuidad. Esto incluye la gestión de cada caso en tres áreas interrelacionadas: cambios en la enfermedad o en la persona; modulación y cambios en la terapia y sus efectos; y conductas de autocuidado que influyen sobre las anteriores.
Así, el rol de la enfermera gestora de casos cobra protagonismo para garantizar la continuidad asistencial a los pacientes crónicos, pluripatológicos y polimedicados; y constituye un eslabón clave para evitar duplicidades en el sistema de salud, mejorar los resultados clínicos y reducir las visitas a urgencias y los ingresos hospitalarios.
Competencias y habilidades
En este sentido, desde el Colegio de Enfermería cordobés se señala que la enfermera gestora de casos, en cuanto encargada generalmente de personas con procesos de salud complejos, crónicos o dependiente que suelen tener pluripatología, comorbilidad, polimedicación o condiciones socio-sanitarias delicadas; necesita desarrollar una serie de competencias básicas que le permitan realizar su trabajo con eficiencia y empatía.
Entre ellas, y como apuntan muchos expertos, habilidades de evaluación e intervención, ya que debe ser capaz de realizar una valoración integral del paciente, el cuidador y su entorno y elaborar planes de cuidados adaptados a cada situación; habilidades de conciliación de medicación; competencias comunicativas; habilidades de planificación y de liderazgo que le ayuden a identificar y gestionar los recursos sanitarios, sociosanitarios y comunitarios que mejor respondan a las necesidades de los pacientes y sus cuidadores, y para coordinar la atención de los pacientes en los diferentes sistemas y niveles asistenciales; y competencias digitales. Competencias para las que el Colegio trabaja, como se ha indicado, para ser referente en materia de formación.